INTERNACIONALES

ROTUNDO ÉXITO

Despegó James Webb, el telescopio espacial más grande de la historia

Tal y como estaba previsto, el Ariane 5 ha despegado del espaciopuerto de Kourou a las 13:20 del 25 de diciembre de 2021 y el James Webb, el telescopio de los 10.000 millones de dólares, ya se dirige a su destino final muy lejos de la Tierra. Uno de los momentos más críticos del proyecto ha terminado en un rotundo éxito.

Despegó James Webb, el telescopio espacial más grande de la historia

Tal y como estaba previsto, el Ariane 5 ha despegado del espaciopuerto de Kourou a las 13:20 del 25 de diciembre de 2021 y el James Webb, el telescopio de los 10.000 millones de dólares, ya se dirige a su destino final muy lejos de la Tierra. Uno de los momentos más críticos del proyecto ha terminado en un rotundo éxito.

Empieza ahora un viaje de 1.500 millones de kilómetros y seis meses de duración hasta que podamos ver las primeras imágenes.

Ahora queda esperar y seguir cruzando los dedos. El telescopio espacial James Webb tardará aproximadamente un mes en llegar hasta el llamado segundo punto de Lagrange (L2), desde donde nos ofrecerá una perspectiva fantástica para analizar los confines del Universo. Desde la Tierra, ese segundo punto de Lagrange está aproximadamente a 1,5 millones de kilómetros y el James Webb aprovechará el viaje para ir desplegándose, ir reduciendo su temperatura operativa y comenzar a poner en marcha sus sistemas.

Eso le permitirá al James Webb tener una perspectiva "sin distracciones" del espacio exterior con la que podrá tomar imágenes que hasta ahora eran ciencia ficción. Todo esto tiene, en cambio, un gran problema: la distancia a la que está el Hubble permite repararlo en caso de problemas. Con el James Webb esa opción está descartada, y es necesario que todo funcione a la perfección desde el primer momento. No habrá una segunda oportunidad para un telescopio que ha costado 10.000 millones de euros.

Tras el mes de viaje, quedarán cinco meses en los que el equipo de Tierra se encargará de alinear la óptica del telescopio y de calibrar los instrumentos científicos. Se alinearán los sistemas del telescopio y se tomarán las primeras imágenes de calibración. Será seis meses después del lanzamiento, en torno a verano de 2022, cuando empiece a funcionar correctamente y las primeras imágenes captadas por el telescopio estén listas para ser compartidas.

Cómo es el telescopio
Concebido por la NASA después del lanzamiento de Hubble en 1990 y construido a partir de 2003, con la colaboración de las agencias espaciales europea ESA y canadiense CSA, el James Webb se distingue en más de un aspecto.

El tamaño de su espejo, de 6,5 metros de diámetro, le confiere tres veces más superficie y siete veces mayor sensibilidad, suficiente para detectar la señal térmica de un abejorro en la Luna.

Otra diferencia es su modo de observación. El Hubble escruta el espacio a través de la luz visible, pero el James Webb se aventura a una amplitud de onda que escapa al ojo humano: el infrarrojo cercano y medio, una radiación que emite naturalmente todo tipo de cuerpos, desde astros a humanos o flores.

Esta luz será estudiada por cuatro instrumentos, equipados de procesadores de imágenes y espectrómetros para diseccionarla mejor. Su desarrollo ha movilizado a multitud de ingenieros y científicos dirigidos por laboratorios e industriales estadounidenses y europeos.

Gracias a ello, "mirando los mismos objetos (que con Hubble), veremos cosas nuevas", explicó en París el astrónomo Pierre Ferruit, uno de los científicos a cargo del telescopio para ESA.

Entre ellos están las primeras galaxias, objetos cuyo alejamiento ha hecho que su luz se traslade hacia el rojo. O las jóvenes colonias de estrellas, que crecen camufladas por nubes de polvo. O incluso la atmósfera de exoplanetas.

Una condición imprescindible para el buen funcionamiento del James Webb es una temperatura ambiente tan baja que no complique el examen de la luz.

Si orbitara a 600 km de la Tierra como el Hubble, el nuevo telescopio sería inutilizable, caldeado por el Sol y su reflejo sobre la Tierra y la Luna.

Por ello ya emprendió un viaje a 1,5 millones de kilómetros de nuestro planeta, protegido de la radiación solar por un escudo térmico que disipará el calor y reducirá la temperatura (que es de 80º C) a -233º C.

Un difícil despliegue
Pero antes de llegar allí, la máquina debe desplegarse sin fallo, con una serie de operaciones que implican, por ejemplo, 140 mecanismos de apertura, 400 poleas y casi 400 metros de cables solo para el escudo protector.

Es que el telescopio, con 12 metros de alto y un parasol con la talla de una cancha de tenis, tuvo que plegarse para ser colocado en la nave Ariane 5.

El encapsulado se realizó guiado por láser para evitar cualquier daño al instrumento, cuyo desarrollo costó casi 10.000 millones de dólares.

Durante estas maniobras, la NASA impuso medidas draconianas de limpieza para evitar cualquier contaminación del espejo del telescopio, por partículas o simplemente el aliento de un operario.

Además, la sobrecubierta de Ariane se equipó con un sistema de despresurización a medida para evitar que un cambio de presión dañe al telescopio en el momento de separarse de la lanzadera, a 120 km de altitud.

Pasarán semanas para saber si el telescopio está listo para funcionar. Y no será hasta junio que comience su exploración de los confines del espacio.

¿Compartís la nota?