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La hinchada de Boca no puede juntarse más en los alrededores de la cancha antes de los partidos

Ante Racing, la Fiscalía a cargo de la doctora Celsa Ramírez impidió la realización de la liturgia de los fanáticos en el predio de Irala 40, donde solían hacerlo antes y después de los encuentros.

Cancha de Boca Juniors.
Cancha de Boca Juniors.

BUENOS AIRES.- La relación entre los hinchas de Boca Juniors y la fiscal de Eventos Masivos de la Ciudad nunca fue muy armónica. Pero ahora pasa por su peor momento: los simpatizantes xeneizes creen ver en cada medida de la Justicia una cuestión solo contra ellos. “Las leyes se hicieron para Boca y nada más”, cantan desde la tribuna.

Primero fue la clausura parcial de la tercera bandeja que da a Casa Amarilla que tenía rajaduras evidentes y recién se rehabilitó cuando fue subsanado ese tema, después el allanamiento a la sede y domicilios particulares por la reventa de entradas (acción judicial que si a alguien beneficia es justamente al socio) y ahora, ayer por la noche, estalló otra polémica porque la Fiscalía a cargo de la doctora Celsa Ramírez prohibió lo que se dio en llamar “La previa de Irala”, una actividad que llevaba mucho tiempo en un predio presuntamente usurpado en Irala 40, donde se convocaba a los hinchas a vivir el antes, durante y después de los partidos del equipo de Almirón con música a todo lo que da y poniendo baños químicos en la calle.

Cuando ayer por la tarde los habitués se enteraron de que el predio ya no podía utilizarse, estallaron con cánticos y por redes sociales al grito de “nos quieren arruinar hasta la fiesta”. Pero, como en cada decisión, detrás hay una historia. Que empezó hace un largo año cuando varios vecinos de la cuadra, cansados de la situación, hicieron la primera presentación judicial colectiva para que se ponga fin al asunto. Agrupados en la asociación “Hartos Vecinos Irala” empezaron a empujar el tema y a grabar videos de lo que ocurría, que incluía hasta fuegos artificiales a altas horas de la noche.

Durante el resto de 2022 lo que se hizo desde la fiscalía fue juntar la prueba que no era otra cosa que ir al lugar y filmar con policía específica del Cuerpo de Investigadores Judiciales lo sucedido y labrar actas de infracciones. Pero nada cambiaba. Según quienes participaron de la causa, la única forma de intervenir más a fondo era que cada vecino fuera a declarar en forma individual en el expediente para que quedaran asentadas las irregularidades y que además se pudiera obrar en consecuencia.

Al principio los moradores de las viviendas en conflicto se mostraron reticentes por miedo a posibles represalias de los organizadores de la previa o hasta de la barra. De hecho se abrió una página de Instagram anónima para que las denuncias no fueran personalizadas y hasta una petición en la página change.org para recolectar firmas que apoyen la moción.

Pero al no declarar ante los estrados, todo perdía fuerza. Hasta que a mediados de este año hubo algunos hechos que terminaron de desbordar todo. Primero, cada vez que Boca jugaba 21.30 la previa empezaba a las 19 pero la fiesta post partido se extendía hasta bien entrada la madrugada incluyendo bailes, trompetistas y todo tipo de movimiento que se entienden como parte del folclore del fútbol, pero que llevó a los vecinos de la cuadra al hartazgo. Y como se hicieron cada vez más populares, los baños químicos no dieron abasto por lo que fue frecuente según la denuncia vecinal que algunos usaran los árboles o los frentes de las propiedades para hacer sus necesidades. Ante esto, al menos 11 vecinos decidieron declarar con nombre y apellido y así se pudo dar intervención formal al asunto. Y ayer, un buen rato antes que llegaran los hinchas, la Policía tomó la zona y explicó que en esa cuadra no se podía hacer más la previa. Que no está prohibida salvo para esos 100 metros de Irala. De hecho, todo se trasladó al Parque Lezama, que está a apenas una cuadra donde se llevó adelante sin ningún inconveniente y también en la plataforma change.org se abrió una petición para que se designe a la “Previa de Irala” como patrimonio cultural de la ciudad, que hasta el momento ya recolectó 2627 firmas.

Lo cierto es que el fútbol, sin la pasión popular, no es fútbol. Por lo menos así lo entendemos los argentinos. Pero en esa calle que va de Irala del 0 al 100 colisionaban dos derechos: el de la expresión más genuina del hincha y el del vecino que quiere descansar o no sentirse invadido. Que empiece a llevarse adelante en el Parque Lezama parece mediar entre ambas posiciones y lograr en esa equidistancia una solución inteligente para que la fiesta no se corte sin perjudicar a los moradores de las casas aledañas.

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