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Histórico acercamiento del Vaticano con China

El Papa nombrará directamente tres obispos chinos. Se abriría así el camino para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos Estados y no se descarta un viaje del pontífice al país asiático en 2017.

Histórico acercamiento del Vaticano con China
Mao lo habría llamado, con una frase de su cosecha, “el gran salto hacia adelante”. No hay anuncios oficiales, pero el Corriere della Sera destapó que “el anuncio está probablemente sobre la mesa de trabajo del Papa”. Tal vez se concrete antes de que el pontifice emprenda su viaje a México, el viernes 12, y será histórico: Francisco nombrará diretamente tres nuevos obispos chinos con la aprobación del gobierno de Beijing.

El último de los tres encuentros secretos con delegaciones del Imperio del Medio ahora comunista, que se sucedieron desde octubre 1914, tuvo por escenario el Vaticano hace tres semanas. La designación en total comunidad con el obispo de Roma de los tres episcopales abriría el camino al establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y la Santa Sede quizás a fin de este año y a un viaje a Beijng de Francisco en 2017. Un resultado extraordinario para la Iglesia Católica.

Las estructuras de la diplomacia vaticana están buscando un segundo golpe histórico, que también se ha instalado aqui en los rumores y las versiones de los vaticanistas. Mientras Jorge Bergoglio estará en México entre el 12 y el 18 de febrero, muy cerca andará por los trópicos el Patriarca ortodoxo ruso Kirill, invitado a visitar Cuba.

Jamás se han encontrado, desde la escisión de 1054 de los ortodoxos, un Papa y un Patriarca ruso, que representan a las dos más grandes iglesias cristianas. Ni Roma ni Moscú son las sedes adecuadas para este abrazo que echará nuevas bases al ecumenismo cristiano. La cercanía al parecer nada casual entre Francisco y Kirill podría determinar un repentino cambio de itinerario, breve, del Papa en su viaje por México a un lugar vecino.

Como en el caso chino, si este encuentro se produjera, sus consecuencias inevitables apuntarían a un viaje de Francisco a Moscú en 2017, invitado por el Sínodo Ortodoxo, con saltos de alegría del presidente ruso Vladimir Putin, quien ha trabajado mucho para este viaje, que reportará enormes beneficios geopolíticos, diplomáticos y económicos a la patria del jefe del Kremlin.

Hubo una declaración significativa del jefe de la Gendarmería Vaticana, comandante Domenico Giani, al regresar de una visita de inspección preparatoria del viaje papal a México. “Todos saben que este es el Papa de las sorpresas. Si quiere hacer un cambio de itinerario, seguramente lo hará”.

Hace muchos años que los papas que se sucedieron en el Vaticano buscan normalizar las relaciones con la ortodoxia rusa y con la República Popular China. Si Francisco y sus diplomáticos y sus amigos lo concretaran a partir de este año jubilar de la Misericordia, será como dicen los españoles “para tirar cohetes”. Falta mucho camino por recorrer, pero el nombramiento de tres obispos chinos y el abrazo tropical con el patriarca Kirill serían las llaves que abrirían las puertas tras haber recorrido un largo, muy largo camino, pleno de obstáculos y sinsabores.

La Santa Sede reconocía al gobierno nacionalista de Chang Kai Shek que terminó confinado en la isla de Formosa (Taiwan). Por eso es equivocado decir que “se restablecerán las relaciones diplomáticas”. No existieron nunca. El Vaticano sigue hasta hoy manteniendo relaciones con Formosa como otros pocos países.

Por este lado diplomático, la única concesión que hizo a Beijing fue rebajar el nivel de embajador a encargado de negocios. Ahora debe cortarlas definitivamente porque el régimen no aceptó nunca la “política de las dos Chinas”. Esta es una condición fundamental.

El nuncio (embajador) del Papa huyó a Taiwán en 1952 y naturalmente no volvió nunca. En 1957 el gobierno de Mao decidió poner bajo el control del Partido Comunista a la Iglesia y creó la Asociación Patriótica, una falsa iglesia autocéfala que cuenta hoy con cuatro millones de fieles, curas y obispos. La Iglesia leal a la comunión con Roma llega al menos a 13 millones de fieles y de hecho es clandestina. Muchos religiosos han sido apresados, enviados a campos de trabajo forzado o directamente asesinados.

En los últimos años hubo un alivio en las relaciones y se llegó a un acuerdo no escrito en el que el Vaticano presentaba listas de candidatos y entre ellos la Asociación Patriótica elegía a los obispos. Pero era una relación precaria, condenada por los cardenales y obispos leales a Roma.

Las negociaciones desde octubre de 1914 han pemitido en la última reunión en Vaticano que “florezcan mil flores”, como dicen los chinos. El régimen de Beijing someterá una lista de candidatos a Roma y será el propio Papa el que elegirá a los suyos. Los tres primeros obispos que estaría por anunciar Francisco sellarán el acuerdo que llevaría a la normalizacion de las relaciones y al reconocimiento de la Iglesia Católica y al obispo de Roma en plenitud.

En cuanto al posible encuentro entre el Papa y el Patriarca ortodoxo Kirill, la diplomacia vaticana es grata al presidente Vladimir Putin, que cosechará grandes frutos en un momento dificil para Rusia, castigada duramente por Occidente con sanciones económicas y la caída vertical del precio del petróleo y el gas; sumergida además en dos conflictos bélicos como son Ucrania y Siria.

Pero en estas intrincadas negociaciones hay también dos cubanos en el baile diplomático que han hecho un gran trabajo. En primer lugar el presidente Raúl Castro, que tras un viaje a Rusia para encontrarse con Putin en el regreso a La Habana hizo escala en Roma y habló con el Papa del armado de la invitación al patriarca Kirill.

El otro es el cardenal primado Jaime Ortega, que ya jugó un papel descollante en el arreglo entre EE.UU. y Cuba con la mediación de Francisco. Bergoglio y Ortega son grandes amigos desde hace años. El cardenal movió los hilos papales para empujar al régimen cubano hacia Putin, que en realidad estaba esperando la oportunidad de dar el gran golpe, ahora que el jefe del Kremlin ha incorporado plenamente a la Iglesia ortodoxa y al patriarca Kirill a las cumbres del poder ruso. (Fuente: Clarín - Julio Algañaraz. Vaticano, corresponsal).

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