Se trata de una intervención excepcional, cuyos primeros resultados permiten tener buenas esperanzas: la niña, operada el 2 de febrero y aún hospitalizada, está bien, camina, come y juega con su iPad.
El minicorazón, llamado Infant Jarvik 2015, está próximo a la experimentación clínica en EEUU, pero el nosocomio obtuvo un permiso extraordinario para su utilización por uso compasivo previo consenso del Food and Drug Administration estadounidense, el ministerio de Salud y el comité de Etica de la institución.
Se trata de la segunda intervención en el mundo de implante de minicorazón después de otra realizada en 2012, siempre en el hospital de la Santa Sede.
El dispositivo fue desarrollado con fondos del National Institute of Health en el seno del programa estadounidense PumpKIN (Pumps for Kids, Infants, and Neonates).
El objetivo del programa es poner a punto el primer dispositivo miniaturizado de asistencia ventricular intracorpóreo para los niños más pequeños -menos de 25-30 kilos de peso- entre aquellos que esperan un trasplante por anomalías cardíacas congénitas o insuficiencias cardíacas severas. Para ellos no resultan apropiados los dispositivos existentes.
Para la niña el minicorazón representaba la última oportunidad después del fracaso del implante de un Berlin Heart, un corazón artificial paracorpóreo que necesita el auxilio de una consola externa conectada con cánulas al tórax del paciente.
El minicorazón podría ser ahora un giro decisivo: "Si las hipótesis de menor mortalidad y morbilidad se confirman en los tests clínicos que comenzarán en 2018 en Estados Unidos, se trata de una auténtica revolución en el mundo de la asistencia mecánica pediátrica", afirmó Antonio Amodeo, responsable de transplantas de corazón artificial en el Niño Jesús, que realizó la intervención.
En efecto, el "corazón Berlin -explicó Amodeo- es el único en los últimos 20 años apto para ser implantado en niños tan pequeños, pero se trata de un corazón paracorporal que implica que del tórax salgan varias cánulas conectadas a una consola. Por lo tanto el pequeño paciente está obligado a permanecer en cama en el hospital en espera de que llegue un corazón idóneo para el transplante".
El nuevo dispositivo, en cambio, "es el primer corazón totalmente implantable para niños de uno a 8 años, con la salida de un único pequeño tubo del abdomen conectado a una batería fácilmente portátil en un cinturón".
"La enorme ventaja -agregó el cirujano- es que los pequeños pacientes, en espera del transplante, pueden volver a sus casas y realizar una vida casi normal".
Ahora -concluyó Amodeo- "esperamos que la experimentación clínica en Estados Unidos pueda demostrar también una menor tasa de mortalidad, que con el Berlin Heart llega hoy hasta el 25-30 por ciento”.
Fuente: docsalud.com