RÍO GRANDE

“RUGBYNCLUSIÓN”

Veterano rugbysta, con un objetivo ejemplar

Un viejo rugbysta se encuentra construyendo una escuelita de rugby para enseñarle a los chicos lo básico de este deporte. La escuela, que aún no está terminada se llama “Rugbynclusión Los Fueguinos” y se encuentra en la margen sur. “Mi idea es devolverle a Río Grande un poquito de todo lo que Río Grande me dio a mí y a mi familia”, señaló el protagonista, Carlos Benítez.

Camisetas del Rugbynclusión.
Camisetas del Rugbynclusión.

RIO GRANDE.- Carlos Benítez un padre de familia quien tiene 51 años, se encuentra construyendo, a pulmón, una escuelita de rugby en el frente de su casa, ubicada en la margen sur.
Para conocer un poco de la vida de Carlos, cabe señalar que se casó hace 36 años con Griselda, (Coti) con quien tuvo 6 hijos. El mayor tiene 30 años y le siguen otros de 28, 23, 21, 15 y 12, de los cuales, los tres más chicos viven con la familia en su casa de calle Río Pipo (Casa 39) del B° Los Fueguinos, de la margen sur. 
Hace 11 años que Carlos llegó a Tierra del Fuego proveniente de su ciudad natal, Paraná (Entre Ríos).
“Cuando me vine, fue para probar suerte y no tenía nada de nada. Me invitó a venir un amigo de Paraná, (El “Chino” Benítez) quien hacía algunos años que vivía acá en la isla”, recordó.
“En estos años, Río Grande me ha brindado a mí y a mi familia muchas cosas y es hora de comenzar a devolverle a la ciudad un poquito de todo lo que me dio. Por eso, desde hoy y por el resto de mi vida, voy a trabajar por los chicos”, le confió a El Sureño que lo visitó para conocer la historia.
Groncho, como le dicen sus amigos, tenía un proyecto desde hacía un tiempo y lo quería llevar adelante. Hace unos meses logró hacerse de unos pesos y, en abril, comenzó a construir su propia escuela de rugby que ya tiene nombre propio, “Rugbynclusión Los Fueguinos”. “Mi idea es hacer un equipo de rugby con chicos discapacitados. Seria el primero en la isla”, reveló y comentó que en Argentina existen equipos de rugby de discapacitados en distintas provincias del país.
A pesar de trabajar día y noche, tiene la esperanza de comenzar con las clases de rugby en agosto “ya que hará menos frío y los chicos se animarán más a practicar este deporte”.
Explicó que los que podrán participar de esta escuelita son los que tengan desde 5 años y hasta la gente mayor. “Pero los grandes tiene que tener en cuenta que la idea es priorizar a los chicos y a las niñas ya que también hay chicas que quieren jugar rugby”.
Según aclaró, lo que se está construyendo es un SUM de 12x7 mts., donde se llevará adelante el tercer tiempo para los chicos que quieran aprender a jugar rugby en la canchita del barrio.
En el SUM ya existe una biblioteca ya que un vecino les donó una gran cantidad de libros para que sean utilizados por los chicos. Entre los libros hay muchos relacionados con el rugby.

La práctica

En la margen sur existen algunas canchitas y Carlos pidió que, en cada una, se coloquen dos “H” que servirán para practicar rugby.
El objetivo de la escuelita de rugby es que los chicos aprendan lo básico que es, “principalmente divertirse y, en ese aprendizaje, que logren dar pases, taklear, aprender a caer y levantarse y esas cosas. Luego de esas prácticas, venir al SUM y tomar algo caliente que será una sopa, una taza de leche o algo así, eso lo veremos en el momento. Acá les explicaremos la parte teórica y se hablará de lo que implica ser rugbysta”. Groncho aclaró que, en toda la actividad, los chicos deben estar acompañados de los padres. “Es necesario que los padres acompañen a sus hijos en esta propuesta”, apuntó.

Sustento

Carlos Benítez no pide ayuda. Al SUM lo está construyendo en su casa, con dinero propio, y no quiere ayuda, excepto que sea de corazón. “No quiero ayuda gubernamental ni mucho menos de políticos. Yo sé que en algún momento se me terminará la plata que tengo para este proyecto pero, en ese momento, veremos qué hacemos, siempre existe gente que te ayuda con el corazón”, dijo.
Aseguró que sí aceptaría colaboraciones desinteresadas aunque no las ha pedido. “Una persona nos regaló 6 cascos para rugby. Esos elementos son muy importantes para los chicos. Ahora nos faltan 24 para completar los 30 (risas) pero ya veremos cómo los conseguimos porque son elementos caros”, señaló.
Otros elementos con los que aún no se cuenta son los de entrenamiento. Faltan cascos, pecheras, conitos y demás. Tampoco hay botiquín, matafuegos, sillas, mesas, muebles guardaropas, entre otras cosas. “Quizás logremos conseguir alguna firma que desee ser nuestro sponsor porque ya tenemos nuestra propia camiseta”.
A la escuelita Rugbynclusion Los Fueguinos, los chicos asistirán 3 veces a la semana que es cuando se entrena. 
“Si logramos que algún médico y/o nutricionista colabore desinteresadamente con las necesidades de los chicos, sería fundamental y muy lindo y muy beneficioso para los pibes del barrio”, se esperanzó.

Objetivos

Entre los objetivos principales se encuentra el de enseñar valores. “Acá vamos a compartir, aprender lo básico de este deporte que luego se traslada a la vida. Eso en el rugby es aprender a defenderse y, si te caés, te levantás para llegar a cualquier objetivo que uno se imponga. Eso lo impone el rugby que te enseña a golpearte y aunque te duela, debes soportar, pero sabés que tenés seguir hacia adelante. El rubgy te enseña a tener ideales y a no perderlos nunca, que es la lucha y es no bajar los brazos ante las adversidades”.
Dijo que para ser jugador de rugby “tenés que entrenar mucho y muy duro y corrés, bajo el sol, bajo la lluvia, en el agua, en el barro, y eso te va curtiendo y te enseña a ser fuerte y resistente. En el rugby entrenás, te cansás y seguís entrenando hasta que se te nubla la vista del cansancio pero hay que seguir empujando y, si te caés, te tenés que levantar y seguir corriendo y eso es lo que se incorpora en el jugador de rugby”.
Explicó que “en este juego se trabaja en equipo, un equipo de 15, donde todos se necesitan y si no están los 15, los partidos no se ganan, porque acá, un solo jugador no gana partidos”.
Carlos relaciona de manera permanente al rugby con la vida. “En el juego de la vida, esa misma enseñanza se debe aplicar al igual que en el rugby donde una persona, que juega en equipo, tiene posibilidades de ganar. En el equipo de la vida, el jugador tiene compañeros inseparables que son la familia, los amigos y todas las personas que nos hacen bien y a las que nosotros también les hacemos bien. Todos conforman un equipo en el que la ayuda es mutua para salir adelante y si uno se cae, sabrá que tiene compañeros que lo ayudarán a levantarse y le darán fuerzas para seguir.
La familia es el mejor equipo que toda persona puede tener y todos deben tirar para el mismo lado para salir adelante”.
Con marcada emoción dijo que “con mi familia hemos tenido épocas lindas y épocas malas pero siempre nos mantuvimos unidos”. Groncho recordó que, cuando vivía en Paraná, “me quedé sin trabajo y no podía pagar el alquiler y me echaron a la calle con cuatro de mis hijos y debimos ir a vivir a un colectivo viejo. Ahí estuvimos durante 7 años pero nadie aflojó, ni mi señora ni mis hijos que, algunos eran chiquitos. Esas experiencias te hace fuerte y se valora. Eso fue en el 2000. A veces la vida es dura al igual que en el juego, pero hay que ser fuerte y seguir para adelante”.

El paso por el rugby

Carlos, es rugbysta desde que era un niño. “Mi primer club fue uno que se llamaba Capybá Rugby Club. A ese club lo fundó Alberto Nin quien también creó Curne (Club Universitario de Rugby del Nordeste), de Chaco y Aguará de Formosa”. 
Luego jugó con Tilcara, con Alamos “lugar donde aprendí muchos valores porque, Miguel Celentano, quien fundó ese club, se dedicaba a trabajar con los chicos de las villas de Paraná”.
Luego dejó de jugar y se sumó a los veteranos donde participó del Club Saldos y Retazos de Tilcara  hasta que emigró hacia Río Grande.
Con Leo Sigal armaron el encuentro que se jugó en el Cerro Castor en 2017. Desde ese momento se unió a Viejos Guanacos y en 2018 se sumó a Clasi Uni.
“Sigo con mi espíritu rugbysta porque un rugbysta nace y muere rugbysta”, finalizó.

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