PROVINCIALES

Hace años, la apertura de sesiones merece un espacio más cómodo

Cada vez más gente participa del acto de apertura de sesiones del Poder Legislativo local. Sin embargo, desde hace años el acto se lleva a cabo en el auditorio del Centro Cultural Leandro N. Alem donde no caben más de 150 personas. Incomodidades varias, empujones, periodistas apilados y excesivo calor forman parte de un evento que bien podría hacerse en la Casa de la Cultura.

A veinte minutos del inicio del acto, el auditorio ya estaba colmado.
A veinte minutos del inicio del acto, el auditorio ya estaba colmado.
La apertura del período de sesiones legislativas del Concejo Deliberante de Río Grande volvió a realizarse, como es costumbre en los últimos años, en el auditorio del Centro Cultural Leandro N. Alem y, como es costumbre en los últimos años, el espacio volvió a quedar chico.

Al menos media hora antes del inicio del evento programado para las 11, la gente que se había hecho presente presagiaba poco espacio disponible, incomodidades varias y empujones por doquier para quienes pretendieran abrirse paso entre la gente.

Ni bien se abrieron las puertas del auditorio -unos 10 minutos antes del horario de inicio del acto- las 100 sillas disponibles se ocuparon prontamente. Incluso mucha gente en el fondo del salón se ubicó como pudo y hasta hubo personas que llegaron un rato más tarde y que directamente no pudieron acceder al auditorio.

Además, la calefacción del salón, siempre al máximo de su potencia, ayudó a que por momentos el espacio se volviera más agobiante. Un dato para pintar el cuadro de situación: sobre el escenario, donde se emplazó el Intendente de Río Grande y los ediles, hay una puerta lateral que debió permanecer abierta a lo largo de la jornada para ‘oxigenar’ el reducido espacio.

Sin dudas, es hora que quienes se encargan de organizar este acto pongan en consideración la posibilidad de mudar el escenario de la apertura de sesiones legislativas. Una buena opción sería realizar el acto en la Casa de la Cultura donde, por ejemplo, la gente que acuda podría sentarse cómodamente sin apiñarse en el fondo, entorpeciendo -de forma involuntaria- el ingreso de las autoridades.

Además, favorecería el trabajo de los periodistas que habitualmente se pliegan en gran número a este tipo de eventos y que, por las incomodidades del caso, no les queda más remedio que incluso entorpecer la vista de las principales autoridades emplazadas en la primera fila.
 

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