PROVINCIALES

DESAFIO POR VENIR

Refundar la provincia, una quimera difícil pero cada vez más necesaria

El Estado consume para sí mismo y su funcionamiento casi la totalidad de los recursos. Así, el Gobierno no brinda -o lo hace con falencias- seguridad, educación y salud adecuadas. Solo importa pagar salarios y mantener al empleado público tranquilo. Ante ello, delfuego noticias analiza la realidad de quienes observan como a diario la provincia clama por una refundación que permita sentar las bases de una realidad diferente.

Tierra del Fuego reclama barajar y dar de nuevo.
Tierra del Fuego reclama barajar y dar de nuevo.
“Puede haber esperanza únicamente para una sociedad la cual actúa como una gran familia, no como muchas separadas”.
                                                                                                                                            Anwar Sadat (1918-1981)



La provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur fue fundada como tal el 17 de mayo de 1991, fecha en que se sancionó la Constitución provincial. Sin embargo, el proceso de provincialización comenzó mucho antes.

Los testigos de la ajetreada discusión que generó la creación de la provincia número 23 recuerdan que el por entonces presidente Carlos Menem dijo a un par de fueguinos en el Congreso: “Los envidio, arrancan de cero, sin deudas y con la posibilidad de hacer grandes cosas”.

Pasaron algo más de 20 años y el augurio del entonces Mandatario nacional parece un chiste de mal gusto. Varios gobernadores, muchas deudas, un Estado colapsado por la imposibilidad de brindar servicios de calidad, salarios estatales que se han convertido en un agujero negro y los recurrentes problemas políticos no hacen más que pensar que en este período de tiempo, algo se hizo mal.

El 10 de enero de 1992 asumió José Estabillo. Gobernó dos mandatos consecutivos. La provincia quedó descalabrada tras su salida, con signos de alarmantes problemas financieros. Vino Carlos Manfredotti. Hizo el ajuste y se ganó el repudio de muchos sectores. Fue tal el descontento de la sociedad con sus medidas que no pudo repetir. Era el debut y despedida del Partido Justicialista al frente de la provincia.

Le siguió Jorge Colazo. Duró poco. Su histrionismo permanente sumado a decisiones impredecibles y fuera de todo libreto fue una característica permanente de su corta gestión. Corta porque por retener fondos a los municipios se fue antes de tiempo. Lo relevó su compañero de fórmula, Hugo Cóccaro. Apenas pudo cumplir su mandato. Quiso quedarse otros cuatro años pero los casos de corrupción y el malestar generalizado para con las figuras relevantes del ámbito político terminó dejándolo sin posibilidades.

Llegó Fabiana Ríos. Prometió una ‘revolución en paz’. Prometió cárcel para los corruptos y cese del despilfarro de recursos. Mucha gente ilusionada. Sin embargo, repitió viejas fórmulas y pronto se ganó el rechazo de gran parte de la sociedad. Sin embargo, volvió a ser electa. Los empleados estatales, con el temor de que regresaran fantasmas del pasado, terminaron inclinando la balanza de una elección que Ríos perdía cómoda en primera vuelta.

Permanente déficit

Tierra del Fuego arrancó su existencia sin deudas. Sin embargo, los gobiernos que se fueron sucediendo se las ingeniaron para hacer crecer el déficit y para que el dinero, por más que entre a raudales, nunca alcance para cubrir las demandas de un territorio hoy ocupado por casi 200 mil habitantes.

Asimismo, las malas decisiones relacionadas muchas veces con la demagogia y la poca visión de futuro llevaron a empeñar el futuro de los fueguinos. Prueba de ello es el famoso ‘Megapase’ impulsado por Jorge Colazo y refrendado consecutivamente por Hugo Cócarro y Fabiana Ríos que llegó al punto de consumirse el 95 % de los recursos solo en salarios. Así no hay Estado que aguante.

Ingresa más coparticipación, crece la recaudación propia y sin embargo, la plata nunca alcanza. Nadie asume la responsabilidad de tomar medidas drásticas. ‘Ajuste’ es mala palabra. Nadie quiere cargar con esa mochila. Manfredotti lo sabe mejor que nadie.

Tanto es así que para su anteúltimo año el Gobierno prevé un presupuesto de unos 9 mil millones de pesos con un déficit que supera los 900 millones de pesos. Para que se dé una idea: con esos 900 millones de pesos de déficit se podrían construir más de 3500 viviendas, más de 300 escuelas, más de 100 hospitales de primera generación… La lista es larga.

Servicios precarios

Y como consecuencia de semejante déficit, las consecuencias las padecen todos los fueguinos. La atención en los hospitales es digna del conurbano bonaerense y no por el esfuerzo de los profesionales propiamente dicho; la calidad educativa cae estrepitosamente por desaciertos propios del Gobierno y de quienes ponen el otro brazo para la tarea. La seguridad es puesta en duda permanentemente, más allá de los esfuerzos que realiza el personal policial, entre los más transparentes del país.

Tierra del Fuego se caracterizó durante décadas de contar con servicios de salud de primera línea. Si bien la infraestructura no era de avanzada, las prestaciones superaban la media nacional y se cumplían los objetivos con creces.

Sin embargo, en la última década, el servicio público comenzó una estrepitosa caída que genera más incertidumbre dado que aún no se conoce el fondo del pozo. No hay médicos, no quieren trabajar en la provincia porque los salarios no son tentadores. El efecto de la reciente inflación, a la orden del día.

Ni que hablar del estado de los hospitales y los centros de salud. Los insumos escasean y siempre hay una excusa para justificar lo injustificable. Como nunca antes, un paciente que se opera debe llevar consigo hasta las sábanas para poder tener atención medianamente acorde a los estándares.

La educación supo mantenerse en niveles medios en las evaluaciones nacionales. Pero todo cambió. La desaprensión el Estado sumado a trabajadores de la educación que no se han comprometido como la profesión lo merece, lograron el combo fatal. Hoy, entre las medidas de fuerza, el ausentismo docente y el mal estado de las escuelas, la educación pública ha caído a niveles insospechados más allá de que algún funcionario de turno diga que se podría estar peor.

Por otro lado, la seguridad siempre sufre embates. A la dedicación del personal -único sector del Estado privado de huelga y la protesta- se le contrapone la escasez de recursos. Falta más personal, faltan más móviles recorriendo las calles de Ushuaia, Tolhuin y Río Grande.

A ello se le suma una Justicia que parece cada vez más alejada de la gente. Las decisiones que en más de un caso se han tomado no han hecho más que reforzar la idea de que la ciudadanía está desprotegida.

Todo se resume a un simple apotegma: faltan recursos. No alcanza la plata. No hay. Se gasta más de lo que entra. Como sea, el mal manejo de los recursos, la falta de toma de decisiones de fondos y un plan a largo plazo no han hecho más que mellar el futuro de los fueguinos.

Volatilidad política

La política fueguina, en estado permanente de ebullición. El Gobierno de Fabiana Ríos se niega a llevar adelante acciones antipáticas pero necesarias. Nadie habla de ajuste. Se habla de ‘fino equilibrio’ pero la palabra ‘crisis’ solo la menciona la oposición.

La Legislatura, por momentos, parece ser el cuerpo encargado de gobernar la provincia. No todos los parlamentarios, sino algunos, se han puesto a la defensa de una gestión que sucumbe día a día. Aseguran que está en juego la institucionalidad de Tierra del Fuego y que cualquier paso en falso puede poner en peligro lo poco o mucho que se logró en estas dos décadas. Lástima que no sea el propio Gobierno el que baje a la sociedad ese mensaje.

Mientras, los municipios sufren peor que nunca la escasez de dinero. Hubo recortes de recursos, llega menos plata. Se hace poco y nada. El Gobierno provincial lo logró: transfirió la crisis a las ciudades y busca resumir a las gestiones de Gustavo Melella, Claudio Queno y Federico Sciurano en meros liquidadores de salarios estatales. Es que en ese terreno sí que se siente cómodo el Gobierno provincial.

Corre peligro el futuro de Fabiana Ríos. Alejandro De la Riva ya se ‘cargó’ a Jorge Colazo. Ahora va por la primera mujer en gobernar una provincia argentina. No es cuestión de género. Es cuestión de plata. El Estado provincial le debe a los municipios casi 200 millones de pesos de recursos coparticipables. Que se entienda: los municipios financian la incapacidad de Fabiana Ríos de tomar decisiones drásticas. ‘Ajuste’ sigue siendo mala palabra.

De la Riva pidió juicio político y no solo acorraló al Gobierno sino además a la Legislatura. El Parlamento se ha mostrado propenso en los últimos años a sostener la figura de Ríos y con semejante argumento –los 200 millones de pesos de deuda- todo indica que los legisladores son van a poder esquivar la discusión.

En caso de que prospere la iniciativa del polémico abogado riograndense, se trataría del segundo Mandatario fueguino destituido en la década. Triste, muy triste para una provincia destinada al éxito.

Futuro incierto

Los hay quienes abonan la posibilidad de que Fabiana Ríos deje el cargo cuanto antes. Otros, los más, piden que termine, que arregle el descalabro y que deje una provincia un poco más ordenada que la que recibió de manos de Cóccaro hace seis años.

Como sea, lo grave está por venir. Cuando Ríos deje el cargo tras dos mandatos, la fisura del Estado apunta a no tener precedentes. Es por eso que la palabra ‘refundar’ cobra otro significado. Acordar, consensuar y sobre todo, hacer las cosas bien para que el futuro de miles de fueguinos no siga pendiendo de un delgado hilo.

Hace falta acciones concretas que tiendan al bienestar común. Que ese bienestar deje de ser una utopía y se convierta definitivamente es una realidad. Que Tierra del Fuego vuelva a recuperar el vigor y que, por sobre todas las cosas, no prime la mezquindad de ‘los mismos de siempre’. Agoreros, encantadores de masas, abstenerse. La gente se cansó de ustedes.
 

¿Compartís la nota?