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HISTORIAS VERDADERAS

De Claromecó a Ushuaia

La búsqueda de nuevos horizontes para un crecimiento personal y profesional suele darse en muchos jóvenes del país y la historia de Alejandro Hiriart, médico veterinario nacido en Claromecó, refleja eso mismo.

Alejandro Hiriart
Alejandro Hiriart

CÓRDOBA.- La búsqueda de nuevos horizontes para un crecimiento personal y profesional suele darse en muchos jóvenes del país y la historia de Alejandro Hiriart, médico veterinario nacido en Claromecó, refleja eso mismo.


 “Me recibí hace 13 años en General Pico, La Pampa. En un primer momento tuve la posibilidad de irme a una clínica en Ushuaia pero le hice el contacto a una compañera y fue ella. No me animé a irme y aposté a quedarme en Claromecó”, dijo en una entrevista realizada por La Voz del Pueblo. 

Esa apuesta se materializó en la apertura de una veterinaria en la localidad balnearia, “Bauca” ubicada en calle 28 entre 19 y 21, en la cual trabajó durante 7 años. Pero consideró que necesitaba un cambio. “El contacto con la clínica siempre estuvo. Necesitaban un cirujano y mi idea era irme a España, pero decidí intentarlo en Argentina antes de irme a otro país”, indicó y agregó que “necesitaba un cambio en mi cabeza. Cuando volví a Claromecó después de recibirme y luego de tantos años, no me adapté, no era lo mismo de cuando me fui, no me pude reinsertar. Todo muy bien con la gente, pero no me readapté”. 

Comentó que “van a ser 4 años que me fui. En la clínica trabajé solo 2 meses porque luego se cerró una veterinaria que la dueña se fue a vivir a Chile y me vendió el fondo de comercio, que ahí arranqué con mi propio negocio que se llama igual que acá, Bauca”. 

 La isla de la fantasía 
Por otro lado, señaló que “la gente cree que Usuahia es algo inhóspito y nada que ver. El sistema de calefacción es muy eficiente, nadie pasa frio, la leña es un decorativo, se valora mucho la profesión, hay mucha demanda, pero también hay mucha exigencia”. 

En ese sentido, manifestó que “la gente te exige y está perfecto. El perro no es un perro que está en el patio, son todos miembros de la familia. Nosotros le decimos que es la ‘isla de la fantasía’, porque entras a Tierra del Fuego y parece que es otro país. En cuanto a la solvencia económica de la gente, los sueldos son muy elevados”. 

Cuarentena 
En cuando a su experiencia durante la cuarentena estricta en el país, consideró que “fue tremenda. Antes del primer DNU ya estábamos aislados porque en Tierra del Fuego se decretó la emergencia. Justamente como es una isla, se cerró la entrada por tierra. Nosotros pasamos por Chile para entrar y había controles en todos las esquinas. Fue muy a rajatabla la cuarentena”. 

Agregó que “en la veterinaria éramos 6 en ese momento y todos tuvimos Covid-19. Lo que me mató de la cuarentena es que estuve en total 14 meses solo hasta que volví en enero pasado, y no quería volver porque hacía un largo tiempo que no salía de la isla”. 

 Siguiendo lo dicho, expresó que “eso fue como un quiebre y ahí se fue mi prima Yanina Hirirart conmigo, porque no quería volver a Usuahia. No me interesaba nada, su apoyo fue muy importante que enriqueció nuestra relación y nos hizo crecer como personas”. 

Consideró que “la vida de la isla es monótona. En invierno son las 5 de la tarde y está oscuro. También te cuesta entrar en la sociedad, pertenecer a un grupo. Tiene 70 mil habitantes y la gente es muy introvertida. Son muy simpáticos y agradables, pero de la puerta para adentro es como un búnker familiar, esa costumbre de salir del trabajo y juntarte si no es con tus compañeros no es común, que alguien te diga vamos a juntarnos a comer o tomar mate no pasa. Eso se extraña porque acá salís y pasas por la casa de alguien sin avisar, eso allá no se usa, cuando perteneces a un grupo si”. 


 

Crecimiento profesional 
En Usuhaia hay siete veterinarias y lograr diferenciarse para no ser uno más fue el objetivo. “Hice un convenio con la facultad donde estudié para hacer pasantías para que envíen estudiantes. Esas pasantías también las hacía acá en Claromecó, lo cual ayuda mucho. Estando en la isla me especialicé en traumatología, que va de la mano de rayos, por lo que incorporé un equipo y hay un radiólogo. Recibo muchas derivaciones de otras clínicas, de apoco se va armando”. 

 Agregó también que “ahora hay una micro centrífuga para hacer cosas rápidas de laboratorio, para que cuando llega el paciente que no vaya de un lado a otro haciéndose estudios. Somos solo dos veterinarios en Ushuaia que hacemos traumatología”. 

Contó que se especializó en “manejo de anestesia a Braquicéfalos -por ejemplo bulldog francés-, y explicó que “en esa raza hay como un tabú porque al tener problemas respiratorios nadie los quiere anestesiar, por lo que arranqué con un protocolo y ahora el 80 por ciento de las cesáreas de esas perras las hago yo, ya que es común que se realicen cesáreas en esa raza”. 

 Crecimiento personal 
Finalmente, y haciendo un balance de estos 4 años a 2706 kilómetros de su lugar en el mundo, en el cierre de la entrevista expresó que “irme me sirvió mucho para abrir la cabeza, no prejuzgar tanto, a ser más tolerante, aprendí a darle importancia a las cosas, antes me enroscaba mucho”. 

Apostar al cambio, buscar nuevos horizontes dentro del país y la auto exigencia personal dieron sus frutos en la vida de Alejandro. 

Fuente de la Información: https://lavozdelpueblo.com.ar

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