Un valiente grupo de veintiún científicos y militares arribaron a la más austral de las bases argentinas en la Antártida, la Belgrano II, allí estudiaran los efectos del cambio climático en nuestro planeta. Se sumergen en una larga noche polar que dura cuatro meses y no verán ninguna cara ajena al grupo hasta diciembre del año que viene.
La Base Belgrano II está a 4500 kilómetros de Buenos Aires y a sólo 1700 del Polo Sur, es el destacamento argentino más austral. La presencia humana allí es escasa. Está situada al este del Mar de Weddell, el grupo se prepara para una invernada que será larga. Una vez que reciban en los próximos días las provisiones para todo el año, no volverán a ver a ninguna persona ajena a la base.
El arribo a la Base se produjo esta semana. El Jefe de la Base, Capitán Alejandro Hermosa, relata la travesía que fue llegar hasta este confín del mundo: “Para llegar hasta acá tuvimos que salir de Buenos Aires en un vuelo de Aerolíneas Argentinas que nos dejó en Ushuaia, de ahí un avión de transporte Ilyushin 76 nos llevó en un vuelo de cuatro horas hasta el aeródromo de Glaciar Unión donde un avión de enlace Basler BT-67 nos esperaba para llevarnos en un vuelo de tres horas hasta la pista de avistaje a ocho kilómetros de Belgrano II donde nos esperaba la dotación saliente con los vehículos para llevarnos con nuestro equipo a la Base”
Luego de pasar una selección muy rigurosa, los nuevos habitantes de la Base Belgrano II deben estar muy bien preparados psicológicamente. Sus compañeros que fueron a recibirlos cuando llegaron, fueron las únicas personas que vieron durante un año. En una ceremonia muy emotiva, la población saliente le da la bienvenida a la entrante.
El grupo deberá hacer actividades y mediciones para investigar el cambio climático, no sólo en la Antártida, sino que a partir de los resultados que recauden en este año, se podrán hacer estudios más precisos sobre las consecuencias del calentamiento global. El grupo que arribó esta semana está compuesto por dieciséis miembros del Ejército, 2 de la Fuerza Áerea que trabajan para el Servicio Meteorológica Nacional y tres científicos de la Dirección Nacional del Antártico.
“La posición geográfica de Belgrano II permite hacer investigaciones sobre la capa de ozono, las auroras polares y otros fenómenos atmosféricos, además trabajaremos sobre los glaciares. Hoy estamos trabajando con temperaturas máximas de tres bajo cero y eso nos permite aprovechar al máximo las tareas al aire libre. En la noche polar de mayo a agosto, tendremos días de 35 grados bajo cero”, detalló el joven capital que con 34 años, esposa y dos hijas se prepara para hacer su primer invernada.
Con respecto a la noche polar, esa sábana de oscuridad, frio, tormentas de nieves y viento que dura cuatro meses, y que representa el mayor riesgo para el equipo ya que de suceder algo se hace imposible salir de la Base. “Lo más complicado de la noche polar va a ser el abastecimiento de agua, tenemos algunos campos de hielo ya marcados y día por medio vamos a tener que salir a picar bloques que tendremos que entrar a la base para derretirlos”
La experiencia es casi iniciatica. “Es algo que uno se prepara desde que comienza a servir en la Dirección Antártica, y que va charlando con los seres queridos en cada proceso. También será una buena oportunidad para forjar un espíritu de grupo, va a ser un año completo el que esta comunidad tenga por delante, y no hay manera de no ver las mismas caras durante todos los días, varias veces. De todos nosotros depende para que podamos cumplir con los objetivos trazados”
Fuente : El Federal