PROVINCIALES

MIRADA DE LA REALIDAD

La crisis del agua y una película entre dramática e insólita

La ciudad de Ushuaia atraviesa una crisis del sistema de agua potable sin precedentes. Miles de familias carecen del vital elemento y la clase política, mientras, intenta quitarse la modorra del proceso electoral. Ante ello, delfuego noticias reseña lo sucedido y analiza la situación.

Lafalta de agua afectó a casi toda la ciudad de Ushuaia.
Lafalta de agua afectó a casi toda la ciudad de Ushuaia.
La crisis por el agua llegó antes de tiempo. Muchos aventuraban que en las próximas décadas, el mundo librará batallas por la provisión de líquido elemento. Lejos de esa realidad apocalíptica, lo cierto es que Ushuaia está a punto de estallar porque la gente, desde hace mucho tiempo, padece la impericia política de los funcionarios de turno.

Desde hace un par de meses, con el advenimiento de un duro invierno que en el sur de la provincia se hizo sentir con crudeza, la comunidad capitalina comenzó a sufrir los problemas de la falta de infraestructura, de la falta de planificación, de la falta de voluntad política y, sobre todo, de la falta de ideas.

Los cortes sorpresivos le dieron paso a cortes programados que dejaban sin agua potable a la mayoría de los barrios de Ushuaia. Con el correr de las semanas, los cortes programados fueron cada vez más prolongados y en una zona mucho más expandida. En los últimos días, la situación tocó fondo: La interrupción del servicio fue constante durante al menos 48 horas y prácticamente toda la ciudad sufrió sus consecuencias.

Basta imaginar el cuadro de situación. Personas imposibilitadas de higienizarse, familias incapaces de poder desarrollar sus actividades con normalidad, madres impedidas de acicalar a sus hijos o prepararles una comida digna, comercios y empresas sin chances de realizar una correcta limpieza de sus instalaciones.

Y todo bajo la mirada impávida de una clase política inerte, apática, perezosa y sumida en la prolongada modorra que les provocó sendas victorias en las pasadas elecciones. Incapaces de brindar soluciones -ya no hablar siquiera de poner la cara ante la gente- comenzaron a echarse culpas unos a otros.

Ante la crisis, la primera acción de Gobierno generó polémica y rechazo por igual. Ubicaron en diversos barrios sendos tanques de 200 litros que contenían agua “no apta para el consumo”. En efecto, se trataban de tambores que habían contenido en su interior aceite de soja. Dijeron que los habían limpiado apropiadamente, pero el aspecto del agua daba asco.

Una espuma entre gris y marrón recubría la superficie del agua que obviamente, no podía usarse para consumir pero mucho menos para lavar lo pisos, asear los utensilios de cocina o bañar a la mascota.

Llegaron las críticas y las respuestas; las denuncias y las contradenuncias. Mientras, la gente seguía esperando que se le proveyera de un servicio básico, garantizado en la Constitución Nacional y su homónima provincial.

Para colmo, en el medio de toda esta situación, se anunció un aumento de tarifas que en la mayoría de los casos se hizo efectivo. Casi hasta un 50 por ciento más debieron abonar los vecinos por un servicio que no se les provee. Un chiste de muy mal gusto. Y sobre todo, inoportuno.

Como si esto fuera poco, el debate se centró en la Legislatura. Allí pudo comprobarse que Gobierno tiene fondos pero que nunca se usaron porque a nadie se le había ocurrido pedirlos. Ya no alcanza la propia iniciativa para resolver los problemas y para muchos funcionarios, si no les dicen lo que hay que hacer, es casi utópico pensar que lo puedan hacer por sí solos.

Como sea, se anunció con bombos y platillos el envío a la Legislatura de un proyecto de emergencia para paliar la situación con medidas “a corto y mediano plazo”. La acción se demoró más de la cuenta y la pregunta que queda flotando: ¿No son útiles los decretos para este tipo de situaciones extremas?

En el medio de toda esta situación los funcionarios apuntados por el tema, brillan por su ausencia, principalmente el ministro de Obras y Servicios Públicos, Manuel Benegas, que tras fracasar en su incursión política en las pasadas elecciones primarias, nadie sabe a ciencia cierta dónde está. Se rumorea que los mismos vecinos que recibieron sus folletos de campaña y observaron la amplia sonrisa del Ministro, están ansiosos por recibir una explicación ahora que pasaron las elecciones.

A su vez, y en tren de brindar soluciones, el Banco de Tierra del Fuego (BTF) anunció la oferta de préstamos personales para quienes deseen adquirir tanques cisterna de agua. En definitiva, una solución improvisada, que no sirve para resolver el problema de fondo y que sin dudas generará conflictos, por ejemplo, entre propietarios de viviendas en alquiler e inquilinos.

Es difícil pensar que un propietario quiera endeudarse para que su inquilino tenga agua. Máxime si se observa en la condición en que muchas viviendas son puestas en alquiler. Algunas casas o departamentos dan pena y semejante inversión no parece factible.

Si a eso le sumamos la actitud del BTF que hasta genera ganancias con esta acción, más indignación y rechazo provoca todo el cuadro de situación. Otras preguntas surgen inmediatamente: ¿Es necesario que el banco provincial lucre con esta situación? ¿Hacía falta, ante tamaña crisis, ofrecer los préstamos que pretenden paliar una falencia del Estado con un 13% de interés? ¿Por qué la gente debe endeudarse para cubrir un déficit que el Estado, por incapacidad o falta de pragmatismo, no puede resolver?

Un último detalle pinta de forma completa el actual escenario. Los Bomberos Voluntarios fueron a repartir agua a varios barrios de la ciudad. Debieron suspender la acción solidaria porque fueron agredidos por los propios vecinos. Mezcla de intolerancia y desesperación, la situación ya sobrepasó a todos.

Por ahora, no hay soluciones reales a la vista. Da la sensación que todos, o casi todos, esperan que pase el invierno para que la cosa se normalice. Total, después llega la primavera, fin de año y la gente empieza a mirar otras cuestiones.

Mientras, el problema sigue estando. Y también siguen estando los mismos que no hacen ni dejan hacer. La gente les brindó con su voto un gesto de confianza al ratificarlos en sus cargos. Como sea, ya es hora de que vayan honrando el privilegio que ostentan y que hagan lo que tengan que hacer.

¿Compartís la nota?