Cuando se trata de cumplir llamados de la vida, no hay mucho margen para explicar. Werner Jaisli es un suizo que llegó a Cachi (Salta) en 2008 con una idea en mente: hacer una pista de aterrizaje para que los extraterrestres que se comunicaron con él puedan bajar sin problemas. Estos seres, según el excéntrico suizo, se comunican con él por medio de la telepatía. Hoy el ovnipuerto es una atracción más de ese pequeña paraíso que se llama Cachí.
El pueblo está dentro de un marco natural increíble. Ubicado al norte de los Valles Calchaquíes y al pie del Nevado del Cachi, sus 2000 habitantes viven rodeados de belleza. Acostumbrados a recibir turistas de todas partes del mundo, hace unos años vieron que se paseaba por sus callejuelas pintorescas un extraño hombre de actitud venerable, vestido de negro con botas tejanas. Era el suizo Werner Jaisli, quien había cruzado el mundo siguiendo el llamado de las voces de hombres de otros mundos que lo guiaban hasta los cerros salteños.
“Si lo construyes, iremos”, así le dijeron los seres de otros mundos. El suizo que se pasó estos últimos años construyendo el ovnipuerto, ubicado a cuatro kilómetros del pueblo. El lugar, ubicado en un pequeño valle, sigue el diseño de una enorme estrella blanca de 36 puntas de 48 metros de diámetro, en el centro, hay otra pequeña estrella. “Así me dijeron que lo haga, y lo hice”, afirma este extraño hombre que pretende conseguir la ciudadanía argentina, pero que ha terminado hace unos meses esta base destinada a guiar a los habitantes de otros mundos a su llegada al suelo salteño.
Si Cachi es un sitio bello, rodeado de montañas que alcanzan los cinco mil metros de altura, la presencia de Werner Jaisli no desentona. Vestido como si fuera un sacerdote druida, afirma el por qué de sus botas tejanas: “Eso tiene una explicación: donde está el ovnipuerto, en Fuerte Alto, a cuatro kilómetros del poblado, está lleno de víboras y de viudas negras”
¿Por qué hacer el ovnipuerto aquí en Cachi? Werner, tiene su versión de los hechos: “Yo estaba allá, en Fuerte Alto con mi vecino Luis. Era la medianoche del 24 de noviembre de 2008. Se sentía desde abajo, el ruido de una fiesta en el Complejo Deportivo. De pronto todo quedó en silencio y se cortó el suministro de energía. Era la oscuridad total. 'Es una noche de ovnis', le dije a Luis. Y no había terminado la frase cuando dos objetos luminosos avanzaron a unos 200 metros sobre el río Calchaquí. Estaban a la altura de mis ojos, desde mi posición. Eran sólidos, circulares y como de metal bruñido. No sé por qué, pero mentalmente les pedí que se acercaran. ¡Y lo hicieron! Se posaron a unos 100 metros sobre nuestras cabezas y proyectaron sobre nosotros un haz de luz poderoso, increíble, que nos hacía ver a ambos como seres con brillo propio. Lo curioso es que ese extraordinario spot no nos afectaba la visión. En ese momento algo comenzó a bullir por mi cerebro: era una orden. Me pedían telepáticamente que construyera el ovnipuerto. Y en eso estoy. La parte central, casi terminada, solo falta lo colateral”
Estas obras no se miden por la razón. Cierto o no, a 157 kilómetros de Salta, en Cachí, un suizo hizo el primer ovnipuerto del país. Mientras espera la llegada de los extraterrestres, el sitio se puede visitar, y Werner se pasea por el pueblo, hablando con quien desea oir su verdad.