PROVINCIALES

LA DISCUSION DEL MOMENTO

El puerto de Río Grande divide las aguas políticas de la provincia

Con voces a favor y en contra, hacía mucho tiempo que un proyecto productivo no generaba tanta polémica en la provincia. Ante ello, delfuego noticias analiza las posiciones de cada sector y la delgada línea que separa al debate maduro de la especulación dialéctica.

El puerto Caleta La Misión ha sido durante décadas, símbolo de la incapacidad política.
El puerto Caleta La Misión ha sido durante décadas, símbolo de la incapacidad política.
La obra es el monumento al desconcierto y la peor carta de presentación de la ciudad cada vez que en vehículo ingresa a Tierra del Fuego por la Ruta Nacional 3. A medio hacer, con sus obradores llenos de materiales, la fantasmagórica estructura nos muestra día a día cuan incapaces podemos ser.

El puerto Caleta La Misión a unos 15 kilómetros al norte de Río Grande es la obra más ambiciosa de la provincia. Iniciada por la gestión de José Estabillo cuando era gobernador de Tierra del Fuego, se consumió gran parte de los recursos de toda una era y generó -aún genera- un desembolso para las actuales gestiones a partir de sus improductivos y el perjuicio que ello ha generado a la unión de empresas que en aquel momento estaban a la cabeza del proyecto.

Aún pueden ubicarse en la ciudad a personas que trabajaron en la obra del puerto. Todos ellos cuentan con orgullo la experiencia de haber sido parte de una obra diferente, de esas que se hacen una sola vez en la vida. Pero también, cuentan con dolor cómo fue quedarse sin trabajo y ver que el esfuerzo había sido en vano.

Con la llegada de nuevos inversores, renació la esperanza. Se pasó de la inviabilidad del proyecto a la posibilidad concreta de que una empresa se hiciera cargo de la deuda por el juicio a la empresa que había iniciado la obra, más la continuación de la construcción y la posterior explotación del usufructo durante 40 años.

Cara a cara quedaron la gestión de Fabiana Ríos y la empresa Piedrabuena. Rubricaron el convenio y lo que parecía imposible, un día se hizo tangible. Sin embargo, en el medio, opiniones de uno y otro tenor trajeron más discusión al tema.

Por un lado, quienes aseguran que la obra debe realizarse y que no debe haber especulaciones en el medio. Obviamente, Fabiana Ríos y su gabinete son la punta de lanza de esta postura que contó con el apoyo de los principales funcionarios municipales de Río Grande, como así también reconocidos actores políticos del norte de la provincia.

Hasta el Intendente de Ushuaia, Federico Sciurano, consideró que la obra es más que necesaria porque el 70 por ciento de los contenedores que hoy forman parte de la muralla artificial que impide mirar a la bahía, tiene destino final en Río Grande.

Sin embargo, algunos pusieron reparos. Entre ellos legisladores electos, gremios y sindicatos -mayormente de Ushuaia- quienes en algún caso hasta elucubraron que la reactivación de la obra en Río Grande podría derivar en la privatización del puerto de Ushuaia. Todo muy tirado de los pelos.

Da la sensación que hay intereses cruzados y que muchos no toman real dimensión de la importancia de concretar la obra en cuestión. Da la sensación que a pesar de las voces a favor, aún tienen su peso –y quizás y mucho más del que pensamos- las que se oponen al proyecto. En la mayoría de los casos hay una coincidencia: a pesar de que la información está disponible y es de fácil acceso, siempre prima el concepto de que Gobierno “no informa como se debe”.

Tierra del Fuego, y Río Grande principalmente, están frente a una oportunidad histórica. Se avizora la posibilidad de darle marco a la potencialidad de una provincia que no tiene techo, aunque algunos con sus actitudes le quieran poner cielorraso al progreso.

El debate es necesario. Es imprescindible en cualquier sociedad democrática. Sin embargo, cuando de tanto hablar se dejan pasar las oportunidades, más que debate se convierte en perorata dialéctica. Que no nos pase eso.

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