PROVINCIALES

USURPACION EN LA OVEJA NEGRA

Febré, esclavo de sus dichos y de las acciones de sus representados

El abogado que representó a los usurpadores salió mal parado del conflicto. La Justicia rechazó su recurso de amparo casi de forma inmediata y a su postura de “inmolarse” si había desalojo se contrapusieron los reproches de sus propios representados, quienes se sintieron “defraudados”. 

Febré camina por el predio, un rato antes del desalojo final.
Febré camina por el predio, un rato antes del desalojo final.
El Dr. Miguel Ángel Febré es uno de los que más perdió tras el desalojo de los usurpadores que habían ocupado las tierras linderas a la Oveja Negra. Y no por cuestiones económicas sino porque el haber intervenido en la causa de la forma en que lo hizo daño severamente su imagen en el fuero local.

Febré, que en 2006 ya se había puesto a la cabeza de los primeros asentados en la Margen Sur, accedió a representar a los recientes usurpadores porque según sus propios dichos, habían sido rechazados por la Defensoría Oficial y el Colegio de Abogados de Río Grande.

Ante ello, tomó el caso y prontamente emitió un recurso de amparo que días después sería rechazado por la Justicia fueguina, en lo que se convertiría en el prólogo de una situación sin retorno. También habló en los medios de comunicación y más allá de alguna que otra frase desafortunada, sí estuvo acertado al recalcar la necesidad de que el Estado brinde inmediata solución a quienes necesitan acceder a una parcela o una vivienda.

Sin embargo, tuvo su momento polémico. Febré aseguró en declaraciones radiales que si se intentaba desalojar a los usurpadores, sería capaz de “inmolarse” para evitar el avance de las fuerzas de seguridad. Nada de ello ocurrió y sus dichos, más allá de que se tratasen de declaraciones exageradas, no contribuyeron en nada a pacificar la tensa situación que se vivía por esos días.

De hecho, le valieron una denuncia del abogado del Municipio de Río Grande, Dr. Daniel Garay, ante el Colegio de Abogados local. Garay consideró que sus dichos no colaboraban para suavizar los ánimos y que además, faltaban a la ética de la profesión.

Conocida la decisión de la Justicia de rechazar el recurso de amparo, los caminos del letrado se acortaron. Febré sabía que la única carta que tenían los usurpadores para estirar la agonía era justamente esa acción legal que no prosperó.

Por ello, comenzaron los reproches de los usurpadores. Reunido en varias oportunidades con el grupo más radicalizado, los asentados no dudaron en descargar su furia con el abogado, quien para muchos no hizo todo lo que podía para desactivar el desalojo.

“Yo me siento defraudada por todos, incluso por el abogado”, dijo a delfuego noticias una de las mujeres que usurpaba un terreno y que se retiró del lugar de forma voluntaria, un par de horas antes de que se iniciara el desalojo definitivo.

Ante este panorama, Febré se mostró contrariado. Caminó varias veces por el predio con la mirada baja, tal cual atestigua la imagen que acompaña esta nota. Es que sus acciones y la verborragia no le alcanzaron para evitar el previsible final.
 

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